Su pasión por el fútbol le ha llevado de Vic, donde nació, a Saly, en Senegal, donde durante seis meses ha entrenado a la selección africana sub-15, un equipo de talentos extraordinarios elegidos entre 600.000 chicos de 15 años procedentes de varios países de África, América Latina y Asia. Las futuras estrellas del fútbol.
Información publicada en lapágina 76 de la sección deContraportada de la edición impresa del día 18 de septiembre de 2010VER ARCHIVO (.PDF)
-¿Desde cuándo le atrae el fútbol?
-Mi infancia era una pelota, era jugar con mi hermano en casa, en la calle y en el patio de la escuela. A los 6 años quise entrar en el Obra Atlètica Recreativa Vic, pero me dijeron que tenía que esperar a tener los 7. Aquel año fue mortal.
-Qué precocidad.
-Se me pone la piel de gallina hablando de esto. Cuando me he sentido más libre y mejor ha sido jugando a pelota. Decían que se me daba bien y logré entrar en el equipo del Vic. Luego pasé al Manlleu, hasta que me fichó el Espanyol de primera, donde estuve dos temporadas. Fue como un sueño.
-Pero los sueños son breves.
-Estaba en el Nàstic de Tarragona y el entrenador me dijo que podía seguir en el equipo, porque tenía contrato, pero que no iba a jugar. Entonces decidí irme a África, a ver el fútbol de allí. Necesitaba oxigenarme. Me fui con la mochila a Kenia y a Tanzania y jugué en la calle con los equipos de allí. Me llené y volví limpio.
-De eso hace...
-Quince años. Volví con ganas de formar, de ayudar a los deportistas y a los equipos a llegar más allá de lo que ellos mismos pueden imaginar.
Y lo más próximo a esto era ser entrenador, el coaching deportivo.
-¿Eso qué es exactamente?
-Es una forma diferente de relacionarte con el deportista en la que no le conduces sino que le acompañas en su descubrimiento. Hoy buscamos las cosas en Google, fuera de nosotros, en cambio elcoaching propone buscar hacia dentro, para conocerse mejor.
-Suena a Guardiola.
-Yo me considero un poco Guardiola. Es la resistencia mental la que marca la diferencia en el deporte, porque constantemente te estás poniendo a prueba.
-¿Guardiola es un coach?
-Eso lo tiene que decir él. Es el mejor entrenador de la historia del fútbol y lo será hasta que él quiera, mientras esté motivado.
-El año pasado le llegó la segunda llamada de África.
-Cuando me llamó Josep Colomer, que dirige el proyecto Aspire Football Dreams, me dio un vuelco el corazón. Necesitaba un entrenador para la selección sub-15 africana, que tiene su sede en Saly, un antiguo pueblo pesquero de Senegal que ahora es un centro turístico.
-¿Qué tenía que hacer?
-Primero recorrí Kenia, Nigeria y Senegal con un chófer, un militar y un guía. Íbamos parando en los pueblos, donde todos los chicos de la comarca esperaban al blanco que tenía que verles jugar. En cada pueblo veía ocho partidos de 20 minutos y me apuntaba el nombre de los chicos que más me gustaban.
-¿En qué condiciones jugaban?
-En descampados, con porterías hechas de cualquier manera. En fin... África. Veías niños descalzos que metían el pie debajo de una bota con tacos de aluminio. El fútbol es una salida a sus vidas y se dejaban la piel.
-Elegir debió ser muy difícil.
-Dificilísimo, pero al final la pelota es el último juez. Tú te limitas a observar, no tienes que descubrir nada. En África he aprendido que el jugador bueno aparece como una seta. Ante mí aparecieron 48rovellons, todos buenísimos, y yo solo era uno de los muchos cazatalentos del proyecto. En total, se ven 600.000 chicos de tres continentes, de los que al final solo quedan 18.
-Que son los que usted ha entrenado en Senegal.
-Dieciocho jugadores excepcionales de 15 años, con un talento único que merece ser visto por todo el mundo. Tienen siempre los ojos muy abiertos y unas ganas de aprender y una humildad espectaculares. Lo que he visto en África es entrega, pasión. Los entrenamientos en Saly empezaban a las siete de la mañana, pero ellos ya estaban entrenando solos desde las seis.
-Es que se juegan mucho. ¿Pero cree que sus vidas serán mejores?
-Son jóvenes, están solos, lejos de sus familias, y hablamos mucho con ellos. Yo les decía que Europa no es mejor que África, que es diferente; les insistía en que no olvidasen sus raíces, que tuvieran siempre presente de dónde vienen. Pero ellos nos ven felices, con nuestros cochazos, bien vestidos, y eso es muy goloso
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